El líder sabe mantener una presencia plena, sabe mirar y escuchar de forma global y profunda, con atención y apertura, eso le permite ver en todo momento qué necesitan las personas y cómo pueden ser acompañadas. Desde su consciencia está presente con cada persona, empleando un estilo abierto, flexible, confiable y seguro. Ello le permite estar enfocado, atento y receptivo, a la vez que demuestra curiosidad, maneja sus propias emociones para no perder esa presencia, dejando espacio para el silencio, la pausa o la reflexión, y animando a la propia expresión de la persona con quien interactúa.

La mirada y escucha de los mejores líderes va más allá de los gestos y las palabras, observa los matices, lo que está y no está diciendo, e intuye la presencia de los valores personales, motivaciones, creencias, aspiraciones y pasiones que están presentes en el momento. Reconoce y explora las emociones que surgen en la conversación, los cambios de energía, las señales no verbales u otros comportamientos, integrando las palabras, el tono de voz y el lenguaje corporal para determinar el significado completo de lo que está siendo comunicado.